Carlos Montes, La tercera

Expertos aconsejan limitar el uso de redes sociales y tener un tiempo de desconexión, en medio de lo que han llamado «obesidad digital».

Debido a la actual pandemia de coronavirus, se ha producido un aumento considerable en la interacción por redes sociales, ha crecido el flujo de información y en muchos casos, se ha producido una sobredosis digital, la cual comenzó en octubre de 2019 en Chile con el “estallido social” y continuó durante el primer semestre de 2020, con la crisis sanitaria. Sin embargo, experto señalan que lo ideal es llevar a cabo un “ayuno digital”.

Esto significa que las personas deben mantenerse informadas, desde fuentes fidedignas y oficiales, pero deben limitar el uso de redes sociales y tener un tiempo de desconexión. La psicóloga clínica de la Unidad Dolor Crónico de la Universidad Católica, María Paz Ugarte, explica que el ayuno digital hace referencia a la ausencia total de conexión a redes sociales como también a dispositivo alguno que tenga que ver con internet, es decir, teléfonos, tablets o cualquier dispositivo capaz de conexión. “Existe una hiperconectividad a que los seres humanos estamos sometidos, afectando nuestra calidad de vida y la relación cara a cara con los otros».

Para reconocer que necesitamos un “retiro digital”, sería bueno preguntarse si hemos experimentado estando con un cercano «la necesidad urgente de sacar el teléfono, o publicar en nuestras redes sociales alguna experiencia para sentir lo que en verdad pasó. También observar si las notificaciones de nuestro teléfono aceleran nuestras pulsaciones, o si el tiempo con otros en silencio es a causa de estar sumergido en el tiempo digital”, señala Ugarte.

Ariel Jeria, gerente general de Rompecabezas Digital, señala que según la Organización Mundial de la Salud, el 36% de los profesionales trabaja más de 48 horas a la semana, debido al incremento del uso de la tecnología. “Si lo traducimos a lo que implica un teletrabajo constante y en muchos casos obligatorio -como ha sido en esta cuarentena- esas cifras pueden escalar fácil a las 50 horas a la semana. Con ese panorama, la desconexión resulta fundamental para evitar una excesiva dependencia, recuperar energía y por sobre todo evitar la infoxicación (exceso de información) de datos”.

Gabriel Jefferies, licenciado en Ciencias de la Comunicación de la Universidad Mayor, establece que el mundo digital ha ido profundizando en nosotros lo que los norteamericanos definen como el Fomo (fear of missing out), “es decir el miedo a quedarse a fuera de lo que está pasando, a perderse de algo. Y en tiempos como los que vivimos esto se incrementa porque al estar inmersos en una contingencia tan excepcional, sentimos que tenemos que estar al tanto de todo, lo que muchas veces tiende a sobre informarnos y confundirnos más”.

Ugarte señala que el ser humano ha vivido un avance en cuanto a la disponibilidad de la información que es tremenda en términos de adaptación evolutiva. “Las noticias nos impactan momento a momento, minuto a minuto, conectándonos no solo desde lo local, sino también en lo global en el aquí y ahora, pero también en un futuro incierto, lo cual antes era insospechado para una persona del 1900”.

“El impacto de esta pandemia que vivimos por primera vez, genera en nuestro cerebro la activación de su parte más primitiva encendiendo nuestro sistema de alarma, activando nuestro cuerpo ante el peligro. Por lo tanto, disminuir el acceso a estos dispositivos y poder conectarse y reencontrarse con el tiempo propio y en actividades que nos generen sensaciones placenteras, es de suma importancia para el cuidado de nuestra salud mental en los momentos que vivimos hoy”, señala la profesional de la Universidad Católica.

“Desconectar para reconectar” es el lema de Digital Detox, una de las organizaciones que inició el movimiento en San Francisco (EE.UU.), en 2012. «Hoy en 2020, esta premisa resulta fundamental para sobrevivir en tiempos de coronavirus. Hoy tenemos fácil alcance a la información al punto de ‘infoxicarnos’. Necesitamos la fórmula para lograr el equilibrio. Si antes logramos tener hitos de desconexión al tener rutinas diferenciadas en distintos espacios, como, por ejemplo, salir a la calle o hacer deportes, hoy esto es más difícil. Es por esto que la desconexión obligada de al menos una hora al día resulta fundamental”, explica Jeria.

Para no generar más ansiedad de la que ya sentimos, «es importante regular de manera consciente el consumo de medios digitales, estableciendo rutinas y tiempos específicos para reconectarnos con la realidad cercana, lo que está aquí y ahora al alcance de nuestros sentidos”, añade Jefferies, también CEO de la consultora de estrategia y comunicación Roadmap.

Obesidad digital

Además del ayuno digital planteado por expertos, surgen otros conceptos asociados. Es el caso de los denominados “obesos digitales”. Para establecer si es necesario ponerse a “régimen”, María Paz Ugarte establece cuatro pasos.

  1. Determinar cuánto tiempo paso conectado, ya sea en redes sociales o solo navegando por internet sin motivos concretos. Si son dos horas diarias, esto sumaría aprox, 30 horas perdidas al mes, sin contar el coste en términos de privacidad, identidad personal y horas de sueño.
  2. Empezar el ayuno un fin de semana, solo por unos días. Guarda tu teléfono, tablet y aléjalo de tu vista. Dar las claves de redes sociales a alguien de confianza para que las pueda cambiar durante ese tiempo, avisa que estarás desconectado por un par de días. Practicar en este tiempo, conversar cara a cara, hacer ejercicio, leer un libro (en papel) y conectarse con el “disfrute” de estas actividades.
  3. Después de realizar el punto dos terminando los días de ayuno, se espera poder controlar la duración del día electrónico, reduciendo las horas de exposición. La idea no es disminuir a cero la presencia digital, sino lograr un balance, controlando la duración de la conexión. Se debe establecer los límites de los nuevos hábitos digitales: por ejemplo, no responder mails fuera del horario de trabajo, no dormir con el teléfono en la pieza, de esta manera el “día electrónico” comienza más tarde.
  4. Esta dieta o ayuno habrá sido un éxito si se logra restablecer relaciones abandonadas por la vida digital. Este régimen debería ayudar a replantearnos nuestra relación entre la tecnología y las personas, pudiendo respetar y repetir estas nuevas reglas en una especie de “mantra” en la fase de retiro, como, por ejemplo: “Vivo en el mundo real. Necesito saber de amigos y familia por estas redes, pero no es la única forma de encontrarme con ellos” o “tengo que valorar las relaciones con las personas presenciales por sobre las digitales”.
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