“ ¿Viste las Redes Sociales? – Pregunta una mujer a su colega por reunión en Meet.
– No he tenido tiempo ¿Por qué? – Mira a su colega con interés
– ¡ Al fin nos levantaron la cuarentena! – Sonríe feliz, aunque rápidamente su sonrisa se acaba. – Ahora tendré que ver cómo lo haré con los niños los días en que no asistan al colegio, también tendremos que levantarnos más temprano y… uff!! no quiero!! – respira agitada.
Su colega, y también amiga, la observa y le dice:
– “Tranquila, parece complicado, pero nos hemos preparado para estos cambios. Esta vez no vienen de manera inesperada, hemos trabajado para recibirlos de la mejor manera posible…”. – Ambas vuelven a sonreír con alivio.
Sin duda, tantos meses en pandemia nos han desafiado a estar constantemente adaptándonos, buscando mejores alternativas y subsistiendo a las “Nuevas Realidades” y las demandas de éstas. Pero este esfuerzo constante nos ha llevado a bajar la tolerancia a la frustración, aumentar nuestros niveles de ansiedad, temer a la incertidumbre y muchos otros sentimientos.
En este contexto de cambios, surge un concepto fundamental: Flexibilidad cognitiva. Es la capacidad que tiene una persona para lograr enfrentar una situación nueva y adaptarse al cambio. Los individuos con mayor flexibilidad cognitiva, tienen la capacidad de solucionar problemas como, por ejemplo, presentar una respuesta adaptativa a los cambios que se producen en una situación específica. (Torrego et al., 2011).
En otras palabras, la flexibilidad cognitiva es la capacidad de darnos cuenta de que lo que estamos haciendo no funciona, o ha dejado de funcionar y, por tanto, debemos ajustar nuestra conducta, pensamiento y opiniones para adaptarnos al entorno y a las nuevas situaciones.
Una persona con una buena Flexibilidad Cognitiva destaca por las siguientes características:
• Se adapta rápidamente a los cambios o novedades del medio.
• Es tolerante a los cambios que puedan suceder durante la resolución de problemas o la ejecución de una tarea.
• Logra fácilmente la transición de una actividad a otra y saben comportarse adecuadamente en cada situación.
• Puede captar varias dimensiones de una misma realidad, mirar desde diferentes perspectivas y establecer relaciones ocultas, pudiendo encontrar fácilmente varias soluciones a un mismo problema.
• Tolera mejor los errores y cambios de planes, tienen mayor facilidad para ponerse en lugar del otro, y llegan más fácilmente a acuerdos comunes.
No necesariamente “traemos incorporado” el chip de la Flexibilidad Cognitiva, por lo que podemos observar que las personas perciben y aceptan los cambios de maneras muy distintas.
La buena noticia, es que es posible desarrollar y potenciar la Flexibilidad cognitiva y así poder enfrentar de mejor manera los cambios.
DESARROLLO DE LA FLEXIBILIDAD COGNITIVA
La flexibilidad cognitiva es una habilidad cognitiva que cuenta con un proceso de desarrollo y maduración cerebral. Este proceso comienza alrededor de los 3 y 4 años y culmina en torno a los 20 años de edad, pero empezamos a entrenarla desde pequeños al ponerla en práctica a diario.
Podemos observar cómo los niños pequeños quieren las cosas inmediatamente, les afectan los cambios de rutina y presentan rabietas muy a menudo, esto puede ser debido a que su Flexibilidad Cognitiva está en plena maduración y no tienen en cuenta diferentes opciones o alternativas.
Los niños necesitan ayuda del adulto para aceptar e incorporar los cambios de rutina:
• Hable de los cambios. Hable de lo que cambiará y cómo cambiará. Por ejemplo; los niños están aprendiendo desde casa y los que asistan al colegio van a hacerlo de una forma diferente. Es importante hablarles a los niños acerca de porque esos cambios son necesarios y cómo adaptarnos a ellos.
• Involucre a los niños en las decisiones del cambio. Es importante animar a nuestros niños y ayudarlos a pensar en estas cosas y lo que podemos hacer para adaptarnos al cambio.
• Trate de mantener otras rutinas tan consistentes como sea posible. Cuando haya cambios, recuerde que los niños necesitan consistencia en su vida. Enfóquese en mantener las rutinas que aún están bajo su control.
• Demuestre que el cambio puede ser algo positivo. Hable acerca de los cambios en forma positiva. Cuando enfrente un cambio con actitud positiva, nuestros niños también lo harán.
Pero cómo puedo tener una actitud positiva frente a mi hijo si yo tampoco me adapto bien a los cambios? Los adultos podemos seguir potenciando nuestra flexibilidad cognitiva a diario.