Muchas veces escuchamos la palabra autonomía y pensamos que es sinónimo de independencia. Dejarlos estudiar solos, vestirse solos, realizar trayectos de traslado solos, entre otras tareas que no consideran el acompañamiento de un adulto.
Pero para nuestro colegio, la autonomía es más que eso. Como institución pensamos la autonomía desde 3 ámbitos diferentes: emocional, social y organizacional.
Es la capacidad que permite afrontar la vida de manera responsable y asertiva a través de la consciencia y regulación emocional. Tener una actitud positiva hacia la vida, buena autoestima y responder a las consecuencias de sus actos, son elementos propios de este tipo de autonomía.
Es la capacidad de establecer buenas relaciones interpersonales, lo que implica dominar las habilidades sociales básicas. Ser asertivo y/o ser proactivo en brindar ayuda a quienes lo necesitan, integrarse sin mayores dificultades a grupos sociales y seguir normas culturales.
Es la capacidad de incorporar formas adecuadas de organización para enfrentar sus estudios y sus responsabilidades. Aprender a trabajar en dinámicas grupales, que incluyen la aceptación de roles y tareas asociadas, siendo proactivo en el proceso de aprendizaje (priorizar material de estudio, mantener limpio y ordenado el espacio, entre otras).
Ser autónomo es ser uno mismo, con una personalidad propia que es diferente de la de los demás, con nuestros propios pensamientos, sentimientos y deseos. Esto último nos garantiza tener la capacidad de no depender de los demás para sentirnos bien, ni para aceptarnos tal y como somos, y por ende tener la seguridad de que seremos capaces de valernos por nosotros mismos durante nuestra vida.