Llegó a nuestro colegio durante la pandemia. En esta entrevista quisimos saber qué recuerdos guarda de su tiempo como ex alumno del DSV y también los desafíos en el ejercicio como profesor de alemán de la Básica. «Son los mismos alumnos, en definitiva, quienes nos ayudan a construirnos para ganarnos el podio de maestros»
¿Cómo y por qué Ud. decidió estudiar pedagogía en Alemán?
Creo que fue una decisión con mucha historia que contar y que ojalá pueda resumir en sus hitos más gravitantes en el contexto de los años ochenta, una época muy convulsionada bajo un régimen militar. En mis sueños de joven quería ser arquitecto o ingeniero en construcción. No obstante, también tenía un apego y afecto a muchos profesores que de alguna manera despertaban en mí, entre otros planos y factores familiares, una gran conciencia social en el contexto de esos momentos. Así… después de algunos años ganados en diversas experiencias, como estudiante de la universidad y luego como soldado en el Cuerpo de Infantería de Marina, entre otras instancias, recordé entonces lo difícil de este idioma, tomé una decisión y quise compatibilizar esta conciencia social con la vocación innata que me sedujo a estudiar pedagogía.
Lo tomé personalmente como un gran desafío entre tantos que ya había tenido y que la vida me daba como nueva oportunidad. Significaba doblegar lo imposible, favorecer el crecimiento y dar la posibilidad de educar y transmitir de una u otra forma, esta vez a través del idioma, valores esenciales de las culturas. Para mí, enseñar no lo concebí sólo como una profesión dedicada a materias, conocimientos y notas, la comprendí como una actitud necesaria para despertar conciencia frente a múltiples temas, situaciones y riqueza humana que nos permitan vivir mejor.
¿Dónde estudió?
Mis estudios en Pedagogía en Alemán los realicé en la actual Universidad de Playa Ancha. También se me favoreció el perfeccionamiento del idioma, metodología, literatura, historia y didáctica, entre otros, con dos becas en Alemania en distintos procesos históricos, como fue durante la caída del Muro de Berlín a fines de 1989 y la Alemania ya en el año 1996, una como estudiante y la segunda como profesional, respectivamente.
¿Cuál ha sido su trayectoria profesional?
Muy enriquecedora. La universidad en gran parte sólo enseña en términos teóricos. La práctica pedagógica del día a día, la experiencia de múltiples colegas, situaciones, instituciones, seminarios, conversaciones con directivos, apoderados, jornadas de trabajo, problemas contingentes y satisfacciones nos hacen crecer. Los primeros años de docencia son quizás los más difíciles pero también los que dan el temple y experiencias para seguir en el arte de enseñar. Mi primera escuela en pedagogía y vivencias como profesional fueron escuelas municipales de Frutillar, luego el Colegio Germania del Verbo Divino en Puerto Varas y colegios alemanes de la zona. También tuve formación pedagógica en diversos seminarios y cursos de perfeccionamiento en Chile y en mis estadías en Alemania. Pero son los mismos alumnos, en definitiva, quienes nos ayudan a construirnos para ganarnos el podio de maestros.
Como ex alumno, ¿el colegio alemán te ha marcado en cierta forma en tus decisiones?
Absolutamente. La vida se hace haciendo escuela. Y el colegio por cierto es parte de esta vida. Es en la institución llamada escuela o colegio en dónde pasamos gran parte de nuestra infancia, de nuestra adolescencia y juventud. En gran parte, es aquí en donde nos conocemos y desarrollamos o no como entes pensantes, reflexivos, críticos, pragmáticos, espirituales y afectivos. Es en este caminar en donde formamos carácter y tomamos grandes decisiones de futuro.
¿Qué recuerdo guardas de manera especial de tu tiempo de estudiante del DSV?
Es siempre nostálgico recordar. Quizás el edificio antiguo en Cerro Alegre forjó nuestras historias de manera muy diferente a este nuevo colegio. En esos años la mayoría de nosotros nos transportábamos en bus, en tren o simplemente a pié al colegio. Caminábamos por las calles empedradas de Valparaíso, subiendo escalas, apropiándonos de cada imagen del puerto, íbamos al Paseo Atkinson en grupos, reíamos mucho de cosas muy simples, no había casino y salíamos a comer cualquier cosa, a cualquier lugar.
También nos visitábamos muy a menudo con los amigos y había mucha creatividad para compartir, se hacían fiestas, baratillos, rifas, etc. para juntar dinero para el viaje de estudios. También hacíamos mucho deporte o salíamos a excursiones o al campo con compañeros de curso. Con suerte teníamos un teléfono en la casa, entonces el colegio se transformaba en una institución muy familiar y significativa, de mucha comunicación entre los alumnos.
Por cierto la cantidad de alumnos era menor a la actual. Recuerdo a muchos buenos compañeros y compañeras y también a muchos profesores y auxiliares. Había rincones del edificio muy prohibidos, especialmente en los subterráneos, en dónde había que ser valiente para entrar si había oportunidad. Nunca olvido un monolito en el patio que tenía inscrito los nombres de estudiantes que se fueron a la guerra, y murieron defendiendo sus ideales y la patria de sus familias.
No teníamos internet y los libros eran muy escasos y muy caros. Teníamos que visitar las bibliotecas de Valparaíso o de Viña del Mar, hoy prácticamente son museos… pero esas experiencias nos hacen apreciar hoy con mayor fuerza y valor los recursos que disponemos. Sólo hay que aprovecharlos y disfrutar mejor para aprender mejor. Bueno, esa vida nos daba más vida cada día y nos hacía feliz.
¿Algún profesor que recuerdes con especial cariño?
Sí, por supuesto. Hay muchos y que fueron un gran ejemplo y motivación para mi futuro. Primero como persona y luego profesional. Muchos de ellos me comprendieron, me ayudaron y apoyaron en todo. También me exigieron, como a todos. La parte afectiva me fue muy importante en momentos muy complejos que viví en esos años. Creo que aquellos que dejan huellas en esta profesión y en el colegio, junto a nuestros padres, son los que impulsan los cambios y construyen nuestros sueños. Debo agradecer y reconocer especialmente a mi profesor de Lenguaje, Sr. Raúl Fredes, de Historia Sr. Vicente Pizarro, de Artes Sra. Elizabett Puente y de Alemán Sr . Gerke. Intento mantener en mi memoria y en mis actos sus enseñanzas, su pasión, su profesionalismo.
¿Cuáles son los desafíos más grandes de enseñar un segundo idioma?
Me inclino especialmente por la motivación, por hacer sentir en cada alumno, por muchas dificultades que tenga, la confianza necesaria para atreverse a comunicar poco a poco lo que aprende, a que sienta que se puede, que cada paso es un progreso, que juntar cada paso hace un camino en la posibilidad de expresarse, que cada idea que logramos aprehender nos permite transferir a nuevas situaciones, que el idioma en sí, aún sus complicaciones gramaticales, es una experiencia rica en posibilidades de usar, de abrir fronteras y disfrutar en la vida.
¿Qué rol juega la cultura en la enseñanza del idioma?
Las culturas son distintas y no mejores. Las vivimos y desarrollamos de acuerdo a distintos cánones valóricos, experiencias históricas, influencias y condiciones geográficas, entre otros factores. Creo que un rol importante de la cultura alemana en la enseñanza del idioma en Chile se debe en parte a su legado histórico como parte enriquecedora de nuestra sociedad, como lo ha sido, por ejemplo, la colonización en el sur de Chile, entre otras influencias. También aprendemos de cuánto retransmitimo o damos a conocer de los textos, de los videos, de la acción y presencia de profesores y alumnos alemanes en el colegio, de nuestras propias experiencias en otras latitudes , de conceptos de vida, de principios, de formas de organización , de desarrollo, etc. y que comparamos y nos permiten por un lado progresar y también valorarnos. Desde esta perspectiva, aprender un segundo idioma siempre será una ventaja para acercarnos como culturas , apropiarnos de nuevas experiencias y favorecer nuestras vidas.
¿Algún método de enseñanza exitoso que quieras compartir?
Podríamos abordar muchos métodos que dan variedad de resultados en el proceso enseñanza- aprendizaje. Hoy en día abogamos por un método de colaboración y que creo aún estamos aprendiendo a implementar no sólo en aulas, sino también en todo el espacio y medio educativo para obtener no sólo resultados académicos, sino especialmente de desarrollo personal que proyecte de mejor forma el potencial humano en las decisiones del futuro próximo.
¿Qué es lo que más te gusta de ser profesor?
El crecimiento personal de los alumnos, la satisfacción de sentir que sus logros se traducen en alegrías y nuevos desafíos, hacer comprender a los alumnos que no existen límites de aprender, que el conocimiento no pesa, que las notas son tan sólo un reflejo superfluo, pero no menos importante, de todo cuánto pueden progresar y desarrollar, que el ser travieso no implica ser menos exigente, que la vida de las aulas no es el paraíso, pero hay que dar sentido y razón.
Agradecemos al profesor Reyes por concedernos esta entrevista.