Comenzó trabajando en nuestro colegio hace 30 años, en 1991. Se despide estos días de nuestra comunidad, acogiéndose a su merecida jubilación. No olvidaremos su cordialidad y rectitud, saludando todos los días con una sonrisa a niños, alumnos, apoderados y profesores desde la caseta de guardias del Kindergarten.
Usted llegó al Colegio Alemán el año 1991. ¿Cómo era el colegio en ese entonces?
El colegio se había construido e inaugurado solo unos años antes. Estaba el edificio principal, el antiguo Kindergarten y los balcones que años después se transformaron en el actual Aula. Y estaba el taller del Sr. Arancibia, el profesor de Técnicas Especiales que también fue inspector del colegio en esa época. En esos tiempos éramos menos guardias, porque también habían menos alumnos y profesores.
Lo que me marcó en el ingreso al colegio es que yo postulé y quedé contratado con tres meses de prueba. A los dos meses y, estando en un turno de noche, sorprendí a una persona en el interior del recinto. Lo reduje y lo entregamos a Carabineros. Y con esa acción, me dejaron inmediatamente con un contrato indefinido.
Hubo una época en que tenían perros guardianes que ayudaban a cuidar el recinto por las noches
Sí, un tiempo se tuvo perros que por el día estaban en caniles y que, por las noches, nos acompañaban en las rondas que hacíamos. Recuerdo con especial cariños a la perrita Laski.
¿Recuerda alguna época especial, algún profesor, alumno o rector?
Pienso que el rector que más hizo para abrir nuestra comunidad es el Sr. Hans-Heinrich Viebrock. Fue un excelente rector, hizo muchos cambios que perduraron en el tiempo. Dejó huella.
¿Y su relación con los alumnos?
Siempre ha sido de mucho respeto. Por supuesto, nos tocó ver, por ejemplo, las travesuras de los IV° Medios en su último día de clases, o las fugas de alumnos de otros cursos, pero siempre nos trataron con mucho respeto.
¿Cómo ha sido la relación con sus colegas guardias?
Me llevaré el mejor de los recuerdos de mis queridos colegas, con quienes he compartido por tantos años, con quienes tuvimos un trato siempre cordial, un buen trabajo en equipo con sentido de hermandad.
¿Qué recuerdos se llevará del colegio?
Para mi, el colegio es mi segunda casa, mi hogar. Se podría decir que todo lo que tengo, lo tengo gracias al colegio y la mejor forma de agradecer ha sido dar lo mejor en mi trabajo.
Desde ya, lo voy a echar de menos. Ahora quizá no se me nota tanto, pero va a ser muy difícil despedirme. Mantendré siempre un especial vínculo con el colegio y su comunidad, también gracias a mi hija que está trabajando aquí.
¿Qué mensaje le quisiera dejar a la comunidad escolar?
Que continúen haciendo comunidad, con más apego y más diversidad, que sigan incluyendo e integrando a los demás estamentos, eso es bonito, porque hacen participar a todos.
Quiero aprovechar en agradecer sinceramente a la Corporación, al Centro de Padres y al Centro de Alumnos por su importante ayuda en tiempos difíciles cuando estuve delicado de salud. Solo agradecer y que continúen todos bien.