A nuestra queridísima Aurora:
Como agradecer, Sra. Aurora, el tiempo que estuvo con nosotros aquí en la sala de profesores del 4to piso, más que una auxiliar fue nuestra compañera de labores, quien normalmente sabía de todo y gestionaba todo lo necesario para que nuestro quehacer pedagógico fuera muy amable. Más que eso, siempre nos sentimos muy cuidados y queridos por Ud.
La extrañamos muchísimo cuando fue traslada de nivel, y nos quedamos huérfanos de la atención de la Sra. Aurora, que siempre tuvo una palabra de ánimo, de gentileza o nos conocía tan bien que sabía cuando algo nos sucedía con solo mirarnos. Y así nos soltamos de la mano y nos quedamos añorando los cariños y la preocupación de nuestra Aurora.
Su tiempo en el colegio fue un espacio precioso y valioso para compartir y conocer a esta bella mujer. Honesta, sincera, muy entregada a su trabajo, preocupada por los otros, sin buscar el reconocimiento de su enorme profesionalismo, y con un gran sentido moral que nunca la hizo dudar de qué lugar quería ocupar en su espacio laboral.
Muy querida Sra. Aurora, que la vida le regale todas las alas que Ud. se merece, que la vida pinte las tristezas guardadas con bellos colores, que la historia de nuestro colegio guarde sus pasos para siempre en su memoria y que cada día que venga la honre con toda fuerza, porque mujeres con Ud. son un regalo y nosotros tuvimos la bendición de su presencia.
Un abrazo en colores
Rossana Arenas
Profesora Literatura
Querida señora Aurora:
Escribirle a usted estas palabras, con las que anhelo expresar mi sentir y representar a mis colegas que han conocido su ternura y dedicación no es fácil. No sé si encuentre las palabras adecuadas. No sé si existan esas palabras que la puedan describir.
Si pretendiera enumerar ahora sus múltiples virtudes, podríamos estar el día completo y la lista no tendría fin. Porque usted ha sido más que una compañera de trabajo en nuestras vidas, mucho más.
No obstante, intentaré con tres conceptos englobar su labor dentro de la Comunidad DSV.
Observadora. Usted conoce lo que se necesita y lo que falta. A veces algún insumo; muchas veces solo su presencia, su sonrisa o su consejo; la sugerencia justa para cumplir con lo que se nos pide.
Organizada. Siempre he pensado que usted tiene una capacidad enorme para administrar tiempo, recursos y personas. Y lo hace con calma y sabiduría. Cuántas veces tuvo a su cargo ordenar la sala de profesores y disponer todo para alguna actividad especial.
Estoy convencida de que usted habría sido una excelente administradora de empresas, por su paciencia, su prudencia, su compromiso a toda prueba, su capacidad de ponerse en el lugar del otro y saber lo que se requiere para que nosotros podamos cumplir con nuestras tareas.
Pero no es eso lo que quiero expresar. No quiero referirme solo a nuestra compañera de trabajo, quien con su diligencia y disposición ha conseguido aliviar las jornadas complejas. Quiero hablar de usted.
Aurorita, usted es como su nombre. La aurora es el final de la noche y anuncia el día que comienza con destellos multicolores y luminosos. La preceden los primeros gorjeos de las aves que la saludan, que irrumpen con su canto el silencio del amanecer. La aurora nos empieza a entibiar con la luz solar y todo el frío y la oscuridad de la noche se disipan. También los temores nocturnos.
Usted para mí es como su nombre, Aurora: cálida luz, paz después de la angustia, tibieza en su mirada y en su sonrisa. Tiene “aura”, una luminosidad que irradia su semblante siempre sereno, acogedor y pleno de una auténtica ternura que da calidez a nuestra alma.
Siento que hemos sido bendecidos por conocerla, por compartir días, semanas, meses, semestres, años junto a usted.
Para los profesores del cuarto piso ya fue difícil verla partir y conformarnos con las festividades para reencontrarla. Ahora nos dice adiós, o hasta pronto. Y nos cuesta…, me cuesta dejarla partir. Es difícil renunciar a usted, a quien vemos cada mañana, con el amanecer que es como su nombre y como usted misma: claridad, tibieza y gratitud por la vida que nos saluda cada día.
Muchas gracias por su ternura infinita, por ser usted como es… y hasta siempre.
Con profundo cariño y sincera admiración.
Patricia Péndola